El paradigma de Hulk

La conducción es, desde hace años, una actividad cotidiana efectuada por millones de personas en todo el mundo que se desplazan para salvar una distancia relativamente larga, en un período de tiempo relativamente corto.

Es una actividad que comprende múltiples tareas, que requieren una alta concentración y la ausencia de interferencias.
La exploración visual y la atención dividida son dos de los ejercicios de conducción que requieren más uso de dicha concentración, para poder percibir cualquier riesgo procedente del exterior, pero, ¿qué nos sucede ante un riesgo real e inminente?


Para comprender nuestra respuesta a un peligro, un parámetro básico es el tiempo para reaccionar ante un evento inesperado. Este tiempo de reacción depende del número de estímulos que aparezcan y el grado de incertidumbre acerca de su aparición.


Generalmente, los conductores y las conductoras conducimos a sabiendas (o conscientes) que nuestro modo de actuar es correcto y adecuado en todo momento, de ahí que cuando aparece una interferencia producida por otro vehículo, y que es percibida como un posible riesgo, la liberación de adrenalina, cortisol, testosterona, u otras hormonas, genera en nosotr@s una transformación radical...
 


En ese punto, no comprenderemos jamás qué a sucedido y porqué... y no entenderemos el motivo por el cual el otro vehículo nos ha podido poner "en riesgo".

Además de la velocidad, el miedo (o inseguridad) es la causante de la liberación de dichas hormonas, que nos proporcionaran el empuje necesario para enfrentarnos a cualquiera que tengamos delante, por más inferioridad en la que estemos.
En dichas circunstancias, "liberamos a la bestia" que llevamos dentro y personas aparentemente afables, comprensivas, tranquilas, son capaces de derrochar odio y rabia. ¿Jamás os ha pasado?

La percepción del riesgo puede variar por la edad y el sexo, por ejemplo, un varón joven es capaz de asumir ciertas maniobras arriesgadas en la conducción sin percibirlas como tal. Pero, no es la percepción del riesgo sino la asunción de éste, voluntaria o involuntariamente, la responsable de la transformación.

Al volante, cabe comprender que no somos el centro de la carretera y que el asfalto no lo han puesto para que circulemos nosotros solos...

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